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DOLOR ONCOLÓGICO

    La muerte y la atención paliativa son rara vez motivos de gran preocupación en padecimientos dolorosos agudos y crónicos no malignos, pero adquieren gran importancia de dolor oncológico, ante todo si la enfermedad está avanzada. La complejidad introducida por los aspectos médicos y psicológicos obliga a una atención multidisciplinaria e interdisciplinaria. La naturaleza cambiante del dolor oncológico, ya sea por los tratamientos o el avance del tumor, demanda vigilancia y probables cambios frecuentes en las estrategias del tratamiento.

    El control del dolor oncológico es un problema de salud de enorme transcendencia. Sabemos que la interacción del dolor y su tratamiento con otros síntomas del cáncer, como fatiga, debilidad, disnea, náusea, estreñimiento, etc., magnifican el sufrimiento. La discrepancia entre el médico y el paciente en cuanto a la gravedad del problema y la falta de atribución del dolor al cáncer, pronostica un tratamiento deficiente.

    Los mecanismos emocionales del dolor oncológico generan gran sufrimiento, por supuesto que los pacientes sufren por diversos problemas y no solo por el dolor. No obstante, la nocicepción sostenida produce sufrimiento, por su capacidad de suscitar emociones negativas y provocar respuestas angustiosas.

    El sufrimiento es un estado emocional y cognoscitivo negativo que se caracteriza por la percepción de peligros para la integridad individual, incapacidad reconocida para enfrentarlos y agotamiento de los recursos psicosociales y personales para resolverlos es un elemento clave. Debemos reconocer que aunque el sufrimiento sea consecuencia del dolor, no son sinónimos.

Por: Lic. Ana Marcela Jiménez

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