Como psicóloga integrativa y Magíster en Trauma, he tenido la oportunidad de observar de cerca los efectos de la tecnología en la salud mental de las personas. Vivimos en una era digital que ha transformado la manera en que trabajamos, nos comunicamos y conectamos, y aunque la tecnología ofrece beneficios innegables, también trae consigo desafíos que afectan profundamente nuestra salud mental tanto a nivel individual como colectivo. Solo con el paso de los años sabremos a ciencia cierta el impacto total que tendrá en nuestra sociedad, pero las señales actuales ya ofrecen una visión de los riesgos y beneficios de este cambio sin precedentes.
El efecto en la salud mental individual
Uno de los efectos más evidentes del uso constante de la tecnología es la sobrecarga de información. La posibilidad de estar siempre conectados significa que estamos expuestos a un flujo incesante de noticias, notificaciones y contenido. Esta sobrecarga crea lo que se conoce como "estrés digital", un estado de agotamiento mental que surge cuando el cerebro no puede procesar adecuadamente el exceso de estímulos. En consulta, este estrés se manifiesta como ansiedad, problemas de concentración y fatiga, y tiene un impacto directo en la productividad y el bienestar de la persona.
El uso de las redes sociales también tiene un efecto importante en la autoestima y la autoimagen, especialmente en adolescentes y jóvenes adultos. Las plataformas como Instagram y TikTok facilitan la comparación constante, lo que puede llevar a sentimientos de insuficiencia, envidia y frustración. Esto puede desencadenar problemas de autoimagen y contribuir al desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión.
Además, la tecnología, aunque facilita la conexión virtual, puede fomentar el aislamiento físico. A lo largo de los años, he visto cómo la falta de contacto físico y de interacciones cara a cara impacta la calidad de las relaciones, aumentando la sensación de soledad. Esta paradoja es un recordatorio de que, aunque estamos más conectados que nunca, también somos más vulnerables al aislamiento.
Impacto en la salud mental colectiva
A nivel colectivo, la tecnología ha acelerado el ritmo de vida, generando una cultura de “siempre disponible” en la que se espera una respuesta inmediata, dificultando el equilibrio y la desconexión. Este ritmo agitado afecta la salud mental de toda la sociedad, normalizando niveles elevados de estrés y ansiedad. Este desgaste, sumado a una mayor prevalencia del burnout, genera un clima en el que el agotamiento se convierte en parte de la vida cotidiana.
La propagación de desinformación también ha afectado la salud mental colectiva. La exposición constante a noticias alarmistas y la dificultad para distinguir la realidad de lo falso crean una ansiedad generalizada que se traduce en problemas de salud mental. La tecnología permite un flujo de información rápido, pero también crea incertidumbre y una sensación de inestabilidad en la sociedad, algo que es particularmente delicado desde la perspectiva de un psicólogo.
Las redes sociales también han intensificado la polarización, creando una cultura de comparación constante y exponiéndonos a burbujas informativas que refuerzan ideas extremas. Esta división genera un ambiente de conflicto que, a nivel social, puede contribuir al estrés y a la alienación.
Los beneficios de la tecnología para la salud mental
A pesar de estos riesgos, la tecnología también ofrece oportunidades positivas para la salud mental. El acceso a terapias en línea, aplicaciones de mindfulness y comunidades de apoyo virtuales ha aumentado la disponibilidad de recursos de salud mental, especialmente para quienes viven en áreas remotas o no pueden asistir a consultas presenciales. He visto cómo estos recursos pueden ofrecer un alivio inmediato y práctico para quienes enfrentan problemas emocionales.
Además, las comunidades en línea pueden ser espacios de apoyo donde las personas se sienten comprendidas y escuchadas. Para muchos, estas conexiones ofrecen una oportunidad para encontrar apoyo emocional y conectar con otros que enfrentan experiencias similares, lo cual es un recurso invaluable.
La necesidad imperativa de desconexión y el regreso al "mundo real"
A lo largo de mi experiencia, he observado en mis pacientes y en personas de mi entorno una necesidad creciente de desconexión, una urgencia por reconectar con el llamado "mundo real". La saturación digital nos desconecta de nosotros mismos y de nuestra vida presente, haciendo difícil discernir lo que verdaderamente necesitamos y deseamos.
La desconexión digital se ha convertido en una necesidad urgente para poder detenernos, escuchar nuestras emociones y preguntarnos si el camino que estamos recorriendo es el que realmente deseamos. Hoy en día, muchos de nosotros buscamos un equilibrio que nos permita vivir de manera auténtica, libre de la presión de responder a un flujo constante de información. Volver a un estado de presencia nos da la claridad para reflexionar sobre quiénes somos y qué queremos, en lugar de dejarnos llevar por la corriente tecnológica. La tecnología tiene el potencial de enriquecer nuestras vidas, pero también de desorientarnos si no somos conscientes de su influencia. Es un proceso que, en última instancia, debe llevarnos a preguntarnos: ¿Cómo quiero vivir realmente y qué estoy haciendo para lograrlo?
Bibliografía
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